Tipos de gatos:
– El gato doméstico vive en plena confianza con sus amos y aprecia el confort de su hogar.
– El gato errante teme a los humanos y rehuye nuestra presencia. Algunos no soportan la cautividad en una casa.

El artículo 19 de la Ley 13/2002 del Principado de Asturias, indica:
Control de gatos errantes que vivan en grupo.
1.— La autoridad municipal, por su iniciativa o a instancia de una asociación de protección de los animales, en las zonas indemnes de rabia, podrá ordenar la captura de los gatos errantes no identificados y sin propietario o propietaria conocido que vivan en grupo en lugares públicos del concejo a fin de proceder a su esterilización y a su identificación conforme al artículo 12 y devolverlos al mismo lugar.
2.— La identificación y censo se realizarán a nombre del ayuntamiento respectivo, al que competen la vigilancia sanitaria y el control de estas poblaciones.
Pero, como depende de la buena voluntad de los consistorios, el problema permanece íntegro, dado que no es aplicable automáticamente. Hasta la fecha, nuestros ayuntamientos no han delimitado zonas reservadas y protegidas, con casetas, para abrigar, alimentar y controlar a los gatos errantes de nuestras ciudades.
Nuestras reglas de protección a los gatos callejeros:
Según la Ley 13/2002, del Principado de Asturias, se resumen en:
– Esterilizar y no eutanasiar a los gatos callejeros.
– Reubicación en colonias donde puedan vivir a salvo de agresiones.
– Sanear a los gatos errantes, desparasitando, vacunando, microchipando y esterilizando a todos los ejemplares censados y controlados por nosotros.
– Procurar la adopción de todos los gatos destetados y todos los adultos susceptibles de vivir en un hogar.
– Todos los gatos bajo nuestra supervisión son alimentados a diario por cuidadores voluntarios que vigilan asimismo su estado de salud, acudiendo al veterinario en cuanto el estado del animal lo aconseja.
La esterilización:
Desde finales del invierno hasta principios de otoño, cada quince días y durante unos cuatro, aproximadamente, los gatos desarrollan su actividad sexual. El tiempo medio de gestación es de 64 días, con lo que una pareja de gatos suele tener una descendencia de 12 gatitos al año, los cuales al cabo de 2 años puede convertirse en 144 gatos!!! Y en sólo cuatro años, tendremos 20.736 gatos. La única solución es la esterilización, como respuesta a la eutanasia de los gatos no deseados.
INTRODUCCIÓN
El gato callejero se encuentra tan integrado en cierto paisaje urbano que para la mayoría de los ciudadanos no es más que una presencia amable y aún invisible hasta que su número lo convierte en un problema medioambiental.
El gato común europeo, la raza más extendida en las ciudades desde su posición de gato abandonado, no fue inicialmente un animal de compaía, sino que vino a cumplir en las urbes el mismo papel que traía de los pequeños pueblos, el de exterminador de ratas y ratones. Los portales de las casas de la burguesía como las corradas o las ciudadelas insalubres para alojamiento de los obreros surgidas con la Revolución Industrial, tenían sus gatos para ese cometido. Estos gatos apenas obtenían de sus relativos dueños otra cosa que la necesidad de su existencia, siendo su vida completamente libre y dejada al azar de sus correrías nocturnas. Un momento de desarrollo urbanístico como el descrito hizo que la abundancia —consentida— de gatos incluso diera el nombre de éstos a los habitantes de Madrid, conocidos popularmente como ‘gatos’ por el olor que despedían sus portales.
Con el correr del Siglo XX la lógica del desarrollo urbano fue derivando a los gatos hacia su actual y principal papel de animales de compaía, recluidos en las viviendas y, por tanto, sujetos como toda mascota al posible abandono. La suma de los abandonos más las colonias de gatos que siempre retuvieron su libertad de supervivencia es lo que ha empujado a estos animales a esos paisajes urbanos que se apuntaban más arriba: principalmente solares, a ser posible con un cierto cercado, que al no ser construidos han sido ocupados por la maleza y los gatos; igual ocurre con viejas edificaciones abandonadas por cuyas ventanas a los sótanos siempre asoma algún gato a la espera de la mano caritativa que va a dejarle unos restos de comida.