Y esta pista nos lleva también al problema: las colonias de gatos callejeros se convierten en permanentes cuando alguien se preocupa por darles de comer; es entonces cuando las colonias pueden alcanzar incluso los cien individuos, superpoblación que origina el malestar medioambiental de los vecinos y las posturas extremas a la hora de encontrar una solución.
Una estadística del año 2000 cifraba el número de estos felinos para toda España en unos dos millones, con toda la precaución que cabe poner a la hora de aceptar una cifra para un animal sobre el que no existe censo urbano oficial alguno —al contrario de lo que ocurre en el caso de los perros—.

Fundamentado el problema que suponen las colonias permanentes de gatos urbano/callejeros, las asociaciones protectoras de animales hace años que intentan que las Administraciones Locales (Ayuntamientos) se ocupen del mantenimiento higiénico-sanitario de estas colonias; incluso la Asociación de Derechos de los Animales ha elaborado todo un protocolo de actuación que implicaría los siguientes pasos:
a) Localización de las colonias estables de gatos callejeros.
b) Cuantificación de los animales.
c) Elaboración de un presupuesto de gasto relativo sobre personal y materiales para la campaña de esterilización o castración, desparasitación e identificación (aunque ésta última resulta dificultosa y controvertida: algunos recomiendan el corte de la oreja izquierda o derecha según el sexo del animal, lo cual está prohibido por la normativa comunitaria sobre bienestar animal, por lo que en este Protocolo se propone marcar al gato en el cuarto trasero con pintura de la usada para marcar ganado ovino, lo que nos permite su identificación durante la campaña).